Como la crónica es breve en comparación al conjunto del libro, la cuelgo aquí...y así celebro, con retraso, la visita número 5000 al foro...gracias.
Otro día analizo "Freaks" en clave marxista...jeje
La
imagen que en la actualidad tenemos sobre las ferias ambulantes y los artistas
que en ellas se encontraban se encuentra irremediablemente unida a una película
de culto, maldita en su momento, y que hoy en día se reconoce como parte de la
influencia del séptimo arte en el imaginario popular.
Evidentemente,
el film es “Freaks”, dirigida por Todd Browning.
A
principios de los años 30 del siglo XX Todd Browning era uno de los valores al
alza en la industria cinematográfica. Sus colaboraciones en la década anterior
con Lon Chaney senior habían sido grandes éxitos comerciales, y marcaron un
estilo y una mirada muy particulares, a mitad de camino entre la atmósfera
gótica y el realismo más grotesco. “Drácula”, filmado en 1931 con
Bela Lugosi encarnando al inmortal vampiro no hizo sino acrecentar el aura de
este enorme director.
A
los estudios de la Metro Goldwin Meyer no les pasa desapercibida esta alianza
con el éxito que tiene Browning, y deciden encargarle la realización de un film
que, con el tiempo, acabaría siendo maldito, enterrando casi por completo la
carrera de su autor, y estando prohibido durante décadas en diferentes países.
Y, únicamente, por mostrar la realidad tal cual era…sin ambages.
“Freaks”, que en castellano es usualmente traducida
como “La Parad de los monstruos”, fue estrenada en el año 1932, y muy pronto
se convirtió en la sensación del momento, despertando en ese primer instante
únicamente una profunda repulsión. Sólo el tiempo transmutaría esa sensación
inicial, dejando al descubierto los múltiples y ricos matices que escondía la
obra de Browning.
El
argumento, con ser impactante, arroja una sensación de pequeña excusa para el
verdadero objetivo de le película, que era mostrar a los artistas de las ferias
ambulantes tal cual eran.
La
historia nos cuenta el desmedido amor de Hans, un liliputiense que, enamorado
de la bella trapecista Cleopatra, abandona a su pareja de siempre, la también
diminuta Frieda. La hermosa Cleopatra decide burlarse cruelmente de Hans,
fingiendo que mostrarse receptiva a sus atenciones, algo que le vienen perfecto
cuando se entera de que Hans ha heredado una enorme fortuna. En ese momento
decide casarse con él y envenenarlo para ser la beneficiaria del dinero. En la
que posiblemente sea la escena más poderosa, simbólica e impactante del film
todos los artistas de la feria, cada uno con su tara propia, preparan un
banquete de bodas para el desdichado Hans y la cruel Cleopatra, con el objetivo
de adoptar a la trapecista como una de ellos. Pero, en un arranque de
repugnancia y horror, Cleopatra se niega, humillando a todos los allí presentes
y, muy especialmente a su nuevo marido Hans. El final, dibujado con el trazo de
las tragedias clásicas y las metáforas más imperecederas revela un enorme dramatismo,
y encierra, en sí misma, el estremecimiento que produce mirar de frente el alma
humana.
Lo
que diferenció “Freaks” de todas las pantomimas anteriores sobre
seres deformes que ya había filmado Hollywood fue que Browning exigió filmar
esa historia con actores que, efectivamente, tuvieran las características
físicas que sus papeles demandaban. Esa decisión, tan lógica como polémica, fue
lo que acabó convirtiendo la película en maldita y legendaria.
El
rodaje fue complicado desde el principio. Al parecer algunos actores
profesionales no se acababan de acostumbrar a la presencia de los “freaks”,
y muchos encargados técnicos de la Metro Goldwin Meyer se negaban a comer en la
misma habitación que ellos. Además, los propios artistas comenzaron a tener
celos los unos de los otros, mostrando, en ocasiones, actitudes propias de “primas donnas”.
Lo que, por otra parte, no deja de ser motivo de reflexión…
Una
vez concluido el montaje se multiplicaron los problemas para Browning. Algunos
directivos de la productora se negaban a que el film se exhibiera en los
circuitos comerciales. El preestreno, celebrado a principios de 1932, fue un
completo fracaso: los espectadores, horrorizados, salieron literalmente
corriendo de la sala. Se introdujeron, para intentar paliar el efecto del
terror, supresiones en el metraje, cortando, nunca mejor dicho, una polémica
escena que recogía, con gran lujo de detalles para la época, la castración de
uno de los protagonistas…
Pero
nada de eso fue suficiente. Hubo algunas críticas elogiosas a su estreno, pero “Feaks”
fue un completo fracaso de taquilla, manteniéndose únicamente dos semanas en
cartel en, por ejemplo, Los Ángeles.
La
película se convirtió en maldita. Con posterioridad la Metro intentó
reestrenarla con otro título, pero todo quedó en una intentona fallida. No más
favorable fue su distribución internacional. En Gran Bretaña estuvo prohibida
hasta el año 1963, y en España no se autorizó su exhibición hasta 1997, aunque
antes se pudo ver en el Festival de Cine de Sitges.
Todo
ello la ha convertido en una película maldita, definida como “la
más prohibida de la historia del cine”.
Los
motivos de esto son variados, pero el principal es que Browning violaba por
completo todas las formas en las cuales se había concebido la existencia delos
artistas de las ferias ambulantes hasta aquel momento. El público estaba
acostumbrado a ver a esos fenómenos exhibidos como piezas de museo, como
horrores salidos de la imaginación de algún escritor, a los cuales no se
tocaba, y ellos tampoco interactuaban con el público. Pero Browning saltó esos
convencionalismos. Los “freaks” de Browning comen, aman y odian como
cualquier persona…hacen bromas, tienen amigos, albergan
sentimientos nobles y deshonrosos…Como cualquier otra persona. Y eso chocaba
de frente con la mentalidad de la época. Además el director, en un alarde de
humanismo que posteriormente se explicará, no quiere mostrar a los “freaks”
como seres nobles dignos de compasión y simpatía. No. Browning hace algo aun
más hermoso…y nos muestra que esos artistas son seres humanos como los demás…con
sus virtudes y sus defectos. No deben de ser admirados ni odiados, ni amados ni
repudiados. Son como cualquier otra persona. Y esa idea, tan obvia hoy en día,
resultó revolucionaria en su momento. El final, con los “artistas”
convertidos en una masa indiferenciada de cuerpos y rostros en busca de una
venganza común es una metáfora maravillosa del ser humano como animal social
que vence todos los quebrantos que intentan impedirle ese hecho.
Pero,
sobre todo la obra de Browning es un poema profundamente pesimista que intenta
desentrañar la naturaleza humana. Un poema que huye de las afirmaciones de
Nietzsche sobre la relación entre belleza física y bondad interior. Pero que
tampoco emprende la visión contrarias, que hoy consideraríamos como
políticamente correcta. No. En “Freaks” todos son, en última instancia, capaces de
las mayores crueldades. Aquellos, como Cleopatra, que han sido agraciados con
un aspecto primoroso, esconden un alma retorcida, ambiciosa y egoísta. Pero los
fenómenos de feria no se quedan atrás, y son capaces de ejecutar las venganzas
más espantosas contra aquellos que han herido a uno de los suyos. Venganzas
físicas y, aun más terribles, morales, convirtiendo a quien fue hermoso en otro
monstruo más. El hecho de que su reacción venga precedida de una acción
maléfica previa no parece suficiente para salvaguardar la inocencia de estas
criaturas. Es por ello que lo que crea Browning es, más allá de visiones
simplistas sobre el derecho a la diferencia, una fábula negra y g ótica que nos muestra cuan corrompido está el ser humano…..toda
la especie humana…por dentro.
La
película se convirtió, pese a estas dudas iniciales (o gracias a ellas) en un
film de culto. Reestrenada en los años 60, e influencia directa en la obra de
aristas como Warhol o Jodorowsky, pronto fue tomada como génesis de un
movimiento alternativo contracultural, opositor a la política estadounidense
sobre todo en su vertiente exterior, que propugnaba la individualidad más allá
de convenciones estéticas y sociales. Algo que, como explicamos con
anterioridad al referir la venganza de los artistas en “Freaks”
no es sino una visión simplista y edulcorada del film de Browning, convertido,
ya de forma definitiva, en leyenda.
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